De tanto hablar y tocar con mis colegas del tambor, van surgiendo comentarios e ideas que decantan despues de unos años de andar en esto. Seguro sucede algo similar en otras disciplinas. Pero en la música, y en particular en el candombe de batea (solo percusionistas) donde no existe la palabra hablada, sino la energía de los interpretes y la circunstancia del momento presente, es extraordinario. Me animo a pensar que ejecutar un tambor de candombe y dominar ciertas competencias que hacen a la música, y al músico se podria equiparar con aprender a manejar un automovil. Primero se aprende la parte mecánica (apretar el embrage, poner el cambio, ir acelerando, e ir solta el embrage de a poco.) Para que el auto se mueva. Luego viene, pasar a segunda, y a tercer, etc. Hacer un rebaje en caso de bajar la marcha, continuar. Embrage, frenar, punto muerto, volver a empezar. Todo esto lo vamos haciendo sin mirar los espejitos, sin doblar, por lo general, en calles tranquilas. donde no hay conciencia de ceder el paso, conocer las reglas de tránsito, entender que maniobra está haciendo el otro conductor o ciclista o peatón. O si se cruza una mascota en el medio de nuestro camino.
Con el tambor sucede, que primero aprendemos un patrón rítmico, aislado de todo fenómeno musical, luego lo ponemos en contexto de otros tambores que marcan otros patrones. Por lo general, si recién empezamos, nos ponen junto a otros colegas que hacen el mismo esquema que uno.
Mientras los demás tambores hacen variaciones, suben la velocidad, la bajan, uno está prendido a su ritmo intentando ir en sincronía con el resto. Sin otra preocupación. Y a medida que van pasando las horas de toque, vamos contemplando, que hay algunos golpes que coinciden con los otros instrumentos, de los cuales puedo tomar conciencia para agarrarme y no irme del rítmo. Luego pasan cosas, como que algunos golpes de otros tambores me dan la sensación de que algo puede ir in crescendo, o que la cosa va a concluír. Es como que desde el punto de vista musical, vamos levantando la cabeza y empezamos a escuchar a los demás, sin dejar de hacer lo que nos toca en nuestro rítmo. Comprendemos de a poco, que un tambor piano se comunica con otro piano, haciendo variaciones en distintos lugares del compás, como llamadas y respuestas. O que algún piano viene conectado al repique mas cercano y dialoga con él, jugando (dentro del lenguaje del candombe). El repique le avisa que va a subir al toque y el piano le da un empujón, variando su base, para impulsarlo. O puede ser que ese rrepique no esté conectado con el piano, pero el piano si. Es como que existetn en un solo fenómeno sonoro, diferentes conciencias grupales, colectivas, focalizadas, y/ u organizadas. Todas en relación a una rítmica que confluya en el candombe bien tocado.
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